Manuel Pablo García

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Lateral derecho, portero, lateral izquierdo, central, interior, organizador, extremo derecho e izquierdo, ariete, volante defensivo, entrenador. Tu padre. También el mío. Pero, sobre todo, estrella del videojuego.

Orígenes

Los orígenes del llamado Manuel Pablo García Díaz se remontan a la noche de los tiempos, aunque todo parece indicar que nace en Canarias, circunstancia que siempre se ha aprovechado para escribir su biografía oficial y, por supuesto, rigurosamente falsa. Su verdadera biografía sólo será desvelada aquí en primicia para los lectores de mis artículos.

Todos los indicios apuntan a que nació antes de que los vikingos se planteasen siquiera la navegación, debido a un acontecimiento que mencionaremos un poco más adelante y que no hubiera sido posible de haber existido siquiera la idea, ya que, de haber sido así, a Manuel Pablo se le hubiera ocurrido antes y la hubiese puesto en práctica a mucha mayor velocidad que el pueblo anteriormente mencionado.

Las exhaustivas investigaciones efectuadas por servidor ni siquiera son capaces de determinar quiénes eran sus padres. Hay investigadores que opinan que su padre podría ser, incluso, el PENE, pero utilizado en sentido absoluto, por supuesto no peyorativo, utilizando la expresión más místico-matemática del asunto, como el creador del todo. Tendría sentido ya que, al fin y al cabo, todos salimos de ahí, y hay quien sostiene que el pene alfa concibió a Manuel Pablo. La teoría se refuerza por la cantidad de veces que la gente le espetó un "eres la polla" al término de cada una de sus muchas exhibiciones balompédicas. Actualmente se está trabajando en una formulación matemática para dotar de contenido formal a esta teoría.


Por supuesto los primeros años de "El Grande", como posteriormente se le conocería, se diluyen en la niebla. Sólo se sabe a ciencia cierta que, a edad temprana, sintió la llamada del espíritu aventurero, y decidió abandonar sus queridas Islas. Según cuentan las crónicas, y debido a la inexistencia de barcas y similares, decidió aprender a nadar y así recorrió el mundo, de norte a sur, de este a oeste, tratando de alcanzar la sabiduría y experiencia supremas.

Su gran periplo

Poquísimo se sabe sobre su gran viaje. Posiblemente fuese el inventor y divulgador del fútbol y tengan por seguro que los ingleses lo descubrieron después y se lo agenciaron, al igual que el Peñón de Gibraltar. A nuestros días han llegado unas piedras que parecen contener el primer reglamento sobre fútbol de la Historia, posiblemente escrito por él, extremo no negado por el futbolista canario. Además del reglamento, se encontraron una serie de ingeniosos objetos, como tablas con pinchos adosados, que se supone que eran usados por el entrenador de todos los equipos (Manuel Pablo) para castigar a los jugadores del equipo perdedor o por no saberse la lección, ya que se sospecha que "El Grande" hacía aprenderse de memoria a todo el que encontraba a su paso sus piedras al más puro estilo de los musulmanes con el Corán. De hecho, los Blu-Ray de la época muestran los primeros metódicos y efectivos entrenamientos, que consistían en arrojar a la cabeza de los futbolistas piedras de 4 kilos (eran el balón de la época) para ser rematados o controlados o colocar comida en el calzado de los futbolistas para que huyeran de los leones y los tigres y así mejorasen su velocidad. Pero bueno, si los castigaba seguramente tendría razones para hacerlo. Ninguno se quejó; de hecho, según Manuel Pablo, todos reconocieron que merecían morir o resultar tullidos de por vida. Sin duda, los caminos que emplea la naturaleza para mejorar las especies son inescrutables. Precisamente por esta razón podemos gozar hoy día de los Messi, Cristiano Ronaldo o Julio Salinas en todo su esplendor, y los penosos con genes de cuarta categoría juegan en la Cultural Leonesa. ¡Porca Miseria!

El final del periplo

Pero llegó un momento en el que Manuel Pablo no era feliz. Sentía que ya había hecho todo en su vida. Al fin y al cabo, tenía poblaciones enteras con sus genes, hasta les había obligado a estar calvos como él (todo el mundo sabe que los calvos defienden mejor; la verdad es que daba cosa ver a las criaturas correteando por ahí) pero, sobre todo, ya había creado y divulgado el fútbol. Así que se sentó un instante, reflexionó y dijo: "Voy a perfeccionar el arte balompédico más complejo que existe: el centro al área".

Viendo que en las poblaciones humanas no había ningún tipo de categoría en esta suerte futbolística (el peso de las piedras no ayudaba a meter buenos centros al área para ser rematados a la portería al árbol), decidió enseñar a centrar a los monos. Como paso previo, pensó en dotarles de plátanos para que los arrojasen con alguna fuerza al área improvisada, que comprendía el 75% de la zona de merienda de los niños calvos. Les puso bellos nombres a los homínidos: al primero, le llamó Deivid; al segundo, le llamó Luis; al tercero, Iván.

Según fuentes de la época de toda confianza, el resultado del experimento fue totalmente grotesco. Una vez logrado que los monos controlasen el plátano con los pies (tarea compleja), se comprobó que el mono Deivid se retorcía sobre sí mismo justo antes de la ejecución del centro, lo que hacía que el plátano girase sobre sí mismo varios miles de veces en unos 3 segundos y describiese una parábola, según las crónicas, cercana a la perfección. Como en aquella época el único autorizado a emitir parábolas era Manuel Pablo (y un tal Jesús del que empezaban a llegar noticias) se estimó que esa despreciable criatura estaba poseída y se procedió a su sacrificio.

El segundo mono, Luis, resultó ser un caso de estudio todavía más complejo. Era de naturaleza egoísta, no compartía sus plátanos con los demás y, la mayoría de las veces, se centraba el plátano a sí mismo e intentaba rematarlo. Era también conocido porque era el único que rodeaba a todos los árboles antes de dar el centro. Como era de esperar, no dio resultado. De 100 intentos de centro, 101 entraron por toda la escuadra de la portería-árbol y, como bien dijo Manuel Pablo, ése no era el objetivo. Viendo que no mejoraba, se cenó una mañana.

El tercero, Iván, fue sacrificado en una hora, justo el tiempo que tardó en encajar en el árbol todos los plátanos de la jungla.

Viendo el desastre absoluto que había sido aquello, Manuel Pablo prohibió a sus seguidores volver a hablar sobre ello y, puesto que tanto Deivid, como Luis, como Iván, eran nombres muy usados, creó tres apelativos para referirse a ellos para que no fuesen usados por nadie, bajo estricta pena capital: Beckham, Figo, Campo.

Furbo

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